Abuela cubana llega a España y llora en el Mercadona por este motivo

Un joven captó a su abuela mirando con asombro los pasillos de un supermercado, y la escena, comparada con la realidad de Cuba, no ha pasado desapercibida.

Por:

Adonis Martínez

En España, ir al supermercado es casi un acto automático. Entrar, llenar el carrito, comparar marcas o cazar alguna novedad dulce de Mercadona forma parte del día a día de millones de personas. Para muchos, elegir entre chocolate con almendras o una barrita de pistacho es simplemente una cuestión de antojo. Pero lo que aquí es rutina, en otros lugares puede rozar lo extraordinario.

Cuba, por ejemplo, lleva años lidiando con escasez, precios desorbitados y estanterías vacías. En ese contexto, un supermercado español puede parecer más un escenario de película que un lugar común. Y eso es exactamente lo que sintió una mujer cubana de 87 años cuando, por primera vez en su vida, cruzó las puertas de un Mercadona.

El momento fue captado por su nieto, @rumi.bro, quien la acompañó en ese paseo que acabó siendo una lección silenciosa de contraste y emoción. Su reacción, entre la incredulidad y la ternura, ha conmovido a miles de personas en redes. Porque a veces, lo que damos por hecho es, para otros, un pequeño milagro cotidiano.

Así reaccionó la mujer al ver que Mercadona estaba lleno

Con una sonrisa de oreja a oreja, la abuela recorre por primera vez un pasillo de dulces en un Mercadona. Va cogiendo uno tras otro, sorprendida: “¿Esto son pastelitos?”, pregunta mientras su nieto graba cada reacción. Todo le parece un descubrimiento, y no deja de repetir: “Qué rico”.

Lo que más la deja sin palabras son los precios. “Es tan barato”, dice una y otra vez, incrédula. Cuando su nieto menciona Cuba, ella lo corta en seco: “¿Cuba? Allí eso no existe. Ni de mentira lo vemos”. Su asombro es tan genuino que emociona.

Incluso se agacha para mirar más productos. Su nieto le advierte: “Cuidado”, pero ella sigue curioseando. “Este es más caro”, comenta, comparando como si llevara años haciéndolo. Una escena sencilla, pero con un trasfondo muy potente.

Lo que para ti es mundano, para ella es de otro mundo

En un segundo vídeo, la emoción sustituye a la sorpresa. Nada más comenzar, la abuela rompe a llorar frente a los congelados, con un pañuelo en mano para secarse las lágrimas. Su nieto, confundido, le pregunta: “¿Por qué lloras, abuela?”, y su respuesta lo dice todo: “Porque siempre me cae poco de eso”.

Se refiere a los helados, concretamente a unos copitos de coco que le traen recuerdos de hace décadas. “Costaban veinte centavos cuando mis hijas eran chiquiticas, hace cien años por lo menos”, dice entre lágrimas y sonrisas. Su emoción es pura, cargada de nostalgia.

Al verla, su nieto le promete: “Ahora todos los días vas a comer esto, no te preocupes más”. Y ella, con la fuerza de quien ha vivido mucho, lanza una frase que lo resume todo: “Esos tiempos se acabaron”. Una frase que, en su voz, suena más a esperanza que a despedida.