Reaparece en Ibiza el superyate oculto del Rey Emérito tras años desaparecido

El antiguo Fortuna, ahora rebautizado como Foners, navega en silencio entre el misterio y la incertidumbre.

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Por:

Adonis Martínez

Yate Rey Emérito
Ya sabemos dónde está el yate el rey emérito. Fuente: Península ES.

En medio del espectáculo diario de lujo flotante que ofrece el puerto de Ibiza, un yate veterano ha reaparecido sin hacer ruido, despertando más preguntas que admiración. Rodeado de embarcaciones relucientes y turistas que buscan la foto perfecta, el Foners —antes conocido como Fortuna— guarda silencio entre tanto brillo, como un recuerdo incómodo del pasado reciente de la monarquía española.

Durante años fue emblema del poder y el descanso del Rey Juan Carlos I, un símbolo flotante de otra era. Ahora, sin protagonismo ni rumbo claro, ha vuelto a escena de forma inesperada. Su presencia discreta contrasta con el desfile de superyates modernos, como si el tiempo se hubiera detenido en su cubierta.

Atracado en un rincón del puerto ibicenco, el antiguo Fortuna ya no llama la atención por ostentoso, sino por enigmático. No se vende, no navega, no se anuncia. Pero ahí está. Y aunque pocos saben qué hace allí o qué será de él, todos se detienen a mirar.

Así de impresionante es el yate del rey emérito

    Nacido en los astilleros de San Fernando y equipado con tecnología propia de un jet marino, el yate Fortuna fue en su día un regalo tan fastuoso como polémico. Entregado en el año 2000 por la Fundación Fundatur al entonces Jefe del Estado, Juan Carlos I, esta embarcación de 41,5 metros combinaba lujo y potencia en una misma silueta: cuatro camarotes, tres turbinas Rolls-Royce y una velocidad inusual para un barco de recreo.

Durante más de una década fue mucho más que un simple yate. Era el escenario flotante de las vacaciones privadas del Rey Emérito, de encuentros distendidos, y de largas travesías por el Mediterráneo balear. Mallorca, Cabrera o la costa de Menorca fueron testigos silenciosos de ese tiempo en el que el poder se dejaba ver en bañador, lejos del protocolo.

Todo cambió en 2014. Pocos días antes de abdicar, Juan Carlos I devolvió el Fortuna a la fundación que se lo había cedido. Baleària lo compró poco después por poco más de dos millones de euros —muy lejos de los más de 18 que costó originalmente— y lo renombró como Foners. Desde entonces, el yate ha vivido en un limbo: nadie lo quiere, nadie lo mueve.

Un yate varado, en busca de nuevo dueño

Según publica el portal Look, el Foners lleva días atracado en Ibiza sin que nadie parezca interesarse realmente por él. Las agencias internacionales han intentado darle una nueva vida en el mercado de lujo, pero ni su pasado ligado a la Casa Real ni su diseño, ya algo anticuado para los gustos actuales, han logrado despertar entusiasmo entre posibles compradores.

Aun así, el yate resiste. Flota en silencio entre embarcaciones deslumbrantes, como un vestigio elegante de otra época. Lo que en su día fue símbolo de poder y epicentro de veranos monárquicos, hoy permanece como una sombra con historia, invisible para el mercado pero imposible de ignorar.

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