¿A los animales les interesa el chisme? Lo que revela la ciencia sobre tus mascotas

Perros y gatos observan por ventanas y balcones como si siguieran una telenovela: la ciencia explica por qué les intriga tanto lo que pasa fuera.

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Por:

Adonis Martínez

Mascotas
¿Son cotillas nuestras mascotas? Fuente: Pexels.

El chisme y el cotilleo nos fascina, incluso cuando no tiene nada que ver con nosotros. Escuchar historias ajenas, reales o inventadas, forma parte de nuestra naturaleza social, y la ciencia lo respalda: compartir información sobre otros ha sido clave para la supervivencia y cohesión de los grupos humanos.

La RAE define el chisme como una noticia o comentario —cierto o falso— que suele girar en torno a personas ausentes. Más allá del cotilleo, este hábito ayuda a crear lazos y entender mejor nuestro entorno.

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Una dieta veterinaria a medida: clave para la salud y bienestar de tu mascota. Fuente: Freepik.

Autores como Yuval Noah Harari destacan que, antes de la escritura, los rumores eran esenciales para saber en quién confiar. ¿Y si este comportamiento no fuera solo humano? Algunas mascotas también parecen disfrutar observando e “informarse” sobre lo que ocurre a su alrededor.

¿Son los perros y los gatos cotillas y chismosos?

Pensar que nuestras mascotas se interesan por el chisme puede sonar a exageración, pero su curiosidad no es casual. Muchos dueños lo han notado: el perro que corre a la puerta al oír una voz desconocida, el gato que observa desde la ventana como si vigilara el vecindario… Ese comportamiento tiene raíces más profundas que el simple cotilleo.

Según expertos en comportamiento animal, como Gary M. Landsberg, lo que vemos no es una forma de “chismorreo”, sino una necesidad instintiva de estar atentos al entorno. Perros y gatos observan, escuchan y analizan lo que ocurre a su alrededor porque así protegen su territorio, estimulan su mente y refuerzan su vínculo con la familia humana.

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Pueden los perros entender palabras clave aunque se usen tonos monótonos sin emoción. Fuente: Freepik.

Estudios recientes también revelan que tanto perros como gatos son capaces de reconocer voces, tonos e incluso intenciones. No es que quieran saber el último drama del portal… pero sí les interesa todo lo que pueda afectar a su pequeño mundo.

La escucha clandestina, clave en perros y gatos

Lo que muchos interpretan como “gusto por el chisme” en perros y gatos tiene una base científica: se llama escucha clandestina o eavesdropping. Es la habilidad de captar información ajena —como una conversación o un gesto— y usarla para anticipar lo que va a pasar.

Un perro puede notar tensión en una charla y reaccionar con alerta o consuelo. Un gato, con solo ver que te pones los zapatos, ya sabe que vas a salir. No entienden lo que dices, pero interpretan muy bien cómo lo dices y lo que haces.

Más que cotillas, son observadores expertos del ambiente. Y aunque no sepan el chisme, entienden perfectamente que algo está pasando.

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