El Eternauta: ¿Qué es El truco y cómo es este juego de cartas?

Este juego de cartas nos ayuda a conocer a algunos de los protagonistas de la serie, pero en Argentina es muy popular.

El eternauta siempre fue mucho más que ciencia ficción. Cuando Héctor Oesterheld dio vida a esta icónica historia, se propuso que respirara Argentina en cada viñeta. Por eso, antes de que el caos y el miedo lo invadan todo, sus protagonistas comparten algo muy cotidiano: una partida de truco, el juego de cartas que para muchos argentinos es casi una institución.

Esa esencia no se ha perdido en su salto a Netflix. En la nueva serie, dirigida por Bruno Stagnaro, el espectador se encuentra con Ricardo Darín y su grupo de amigos en plena noche de charlas, whisky, discos de Manal... y, cómo no, naipes sobre la mesa. Porque incluso en medio de un relato oscuro y apocalíptico, hay espacio para lo más auténtico.

Ahora bien, para quienes no son de allá, quizá surjan dudas. ¿Qué es el truco? ¿En qué consiste este juego que parece mezclar faroles, picardía y un código casi propio? No hace falta ser argentino para entenderlo, pero sí viene bien una explicación.

Las normas de El Truco

En Argentina, el truco es mucho más que un juego. Es un pasatiempo nacional que apasiona incluso a figuras como Ricardo Darín. Tanto es así que un pequeño error con sus reglas en El eternauta ya ha generado debate en el país.

Eso sí, conviene aclarar que hablamos del truco argentino, diferente al brasileño o uruguayo. En su versión clásica se juega con baraja española sin ochos ni nueves, entre dos parejas, y las señas están permitidas. El objetivo es alcanzar los 30 puntos, divididos en “las malas” (los primeros 15) y “las buenas” (los últimos).

El valor de las cartas no es consecutivo. Mandan el as de espadas y el de bastos, seguidos por los sietes de espadas y oros, los treses, doses y así hasta los cuatros. Con esta jerarquía en mente, el truco se convierte en un juego de faroles, estrategia y mucha viveza.

Cómo se juega El Truco

La partida comienza con el reparto, que se sortea, y reparte quien queda a la derecha (“mano”). Cada jugador recibe tres cartas y juega en orden hasta llegar al último (“pie”). A partir de la segunda ronda, arranca quien haya ganado con la carta más alta. Las jugadas clave son tres: truco, envido y flor.

El truco, que da nombre al juego, es un desafío constante. Al declararlo, el rival puede aceptar, rechazar o subir la apuesta hasta llegar a “quiero vale cuatro”. El envido, en cambio, es cuestión de sumar dos cartas del mismo palo más 20 puntos, pero solo puede declararlo el último jugador de cada equipo en la primera mano. Aquí todo es un tira y afloja que puede decidir la partida.

Por último, está la flor, la jugada más valiosa, que requiere tres cartas iguales de palo. Declararla es obligatorio y puede desembocar en apuestas mayores como “contra flor” o “contra flor al resto”. Y como el truco no es solo estrategia, el engaño es parte esencial del juego. Desde cartas tapadas hasta señas falsas y versos para desconcentrar al rival, todo vale para ganar. Al fin y al cabo, dominar el truco es un auténtico entrenamiento para sobrevivir, como bien muestra El eternauta.