El fundador de ChatGPT reveló las palabras que no debes decirle a la Inteligencia Artificial

Sam Altman, CEO de OpenAI, encendió el debate sobre el costo ambiental de la cortesía digital.

Por:

Matías Torino

En una era en la que la inteligencia artificial forma parte del día a día de millones de personas, un gesto tan simple como decir “por favor” o “gracias” a un chatbot podría tener implicancias inesperadas.

Así lo sugirió recientemente Sam Altman, CEO y cofundador de OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, al revelar que estas expresiones de cortesía podrían estar generando un impacto económico y ambiental considerable.

¿Cuánto cuesta realmente ser amable con ChatGPT?

Todo comenzó con una publicación en la red social X, donde un usuario lanzó una pregunta en tono de humor: “¿Cuánto dinero ha perdido OpenAI en costes de electricidad porque la gente dice ‘por favor’ y ‘gracias’ a sus modelos?”

La respuesta de Sam Altman sorprendió por su sinceridad e ironía: “Decenas de millones de dólares bien gastados. Nunca se sabe”, escribió.

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Aunque pareció una broma, el comentario de Altman refleja una realidad, ya que cada consulta a la IA consume gran cantidad de energía y agua, especialmente en los centros de datos donde operan estos sistemas.

Un estudio de la Universidad de California en Riverside calculó que una conversación promedio de entre 20 y 50 mensajes con un modelo de IA puede consumir hasta medio litro de agua.

Si a eso se suman los millones de usuarios que interactúan a diario con ChatGPT, el costo ambiental de cada palabra, incluso las de cortesía, se vuelve relevante.

¿Tiene impacto ambiental cada palabra que decimos a la IA?

El uso de expresiones como “por favor” y “gracias” refleja hábitos humanos, pero Sam Altman sugiere que, aunque amables, podrían ser innecesarios desde una perspectiva funcional y ambiental.

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Su comentario reabre el debate sobre la necesidad de usar tecnologías emergentes de forma eficiente y consciente.

Sam Altman no prohibió decir “por favor” o “gracias”, pero dejó un mensaje claro, cada palabra cuenta y no solo en términos de comunicación. También en el impacto que nuestras decisiones digitales tienen en el mundo físico.