Sin tacones: cuánto mide realmente la reina Letizia

Su figura atlética y su porte elegante tienen una explicación que viene desde su infancia y la práctica del ballet.

Por:

Matías Torino

En cada aparición pública de una celebridad, hay preguntas que se repiten como un ritual: “¿Cuánto mide?” y “¿de dónde es ese look?”. La estatura y el estilo se han convertido en temas de conversación casi tan importantes como la carrera de los famosos. Y el interés por estos detalles no para de crecer.

Desde la Reina Letizia hasta actores de Hollywood e influencers de TikTok, las búsquedas sobre su altura, talla o peso acumulan millones de consultas en internet. Pero, ¿qué hay detrás de esta fascinación?

Expertos en cultura digital coinciden en que este fenómeno responde a una necesidad constante de comparación. En una sociedad dominada por la imagen, medirnos frente a las figuras públicas es una forma de ubicar nuestras propias expectativas e incluso nuestra autoestima en un mapa de referentes.

En el caso de Letizia Ortiz, su altura y presencia no pasan desapercibidas. Con 1,68 metros sin tacones, supera la media de estatura femenina en España que es de 1,62 m y destaca por su figura estilizada y una postura firme, que han sido clave en su imagen dentro de la Casa Real.

¿Por qué la postura de la reina Letizia llama tanto la atención?

Letizia heredó de su madre, Paloma Rocasolano, tanto una complexión delgada como el gusto por el ballet, disciplina que practicó desde niña.

Esa formación no solo le dio fuerza y flexibilidad, sino también una postura recta que ha conservado hasta hoy. Las largas horas frente al espejo durante los ensayos hicieron más por su elegancia que cualquier recomendación materna.

Durante su juventud, incluso llegó a usar una talla menor a la 36 actual. En su etapa como periodista, ya mostraba una imagen cuidada, atenta a los detalles y con una postura firme. Fotógrafos profesionales aseguran que esta posición corporal tan entrenada le permite proyectar confianza y siempre salir bien en las fotos.

Hoy, esa presencia sigue siendo uno de sus sellos distintivos. Una mezcla de preparación física, conciencia estética y naturalidad que le permite destacarse sin esfuerzo aparente. Porque en el mundo de las apariencias, no todo es genética, también hay mucha disciplina detrás de cada imagen perfecta.