El Catafalco: ¿Qué es y por qué el Papa Francisco renunció a ello?
Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, pidió una despedida que no fuera ostentosa ni con grandes gastos.

El Papa Francisco quiso que su despedida fuera tan sencilla como su vida. Dejó instrucciones claras: deseaba reposar en la tierra, bajo una lápida sin ornamentos ni inscripciones ostentosas, salvo su nombre: Franciscus. Este sábado, a partir de las 10 de la mañana, su funeral se celebró en la basílica de Santa María la Mayor, en un acto que reflejó fielmente su espíritu humilde.
Alejado de las costumbres vaticanas, Francisco renunció a ser enterrado junto a sus predecesores y rechazó los fastos habituales. Incluso optó por un solo ataúd de madera recubierto de zinc, en lugar de los tradicionales tres féretros de olmo, plomo y ciprés. Además, no se colocó un catafalco decorativo sobre su ataúd ni se hicieron referencias al título de ‘Romano Pontífice’, en coherencia con su voluntad de que la ceremonia fuera sobria y despojada de formalismos.
El coste del funeral fue asumido por un donante anónimo, respetando el deseo del Papa de no gastar recursos públicos ni eclesiásticos. Sus propios ahorros, unos 200.000 euros, ya habían sido entregados a proyectos de ayuda para personas encarceladas, confirmando que, incluso en su despedida, Francisco quiso anteponer la caridad y la sencillez a cualquier gesto de grandeza.
¿Qué es el Catafalco?
- Entre los símbolos tradicionales a los que el Papa Francisco quiso renunciar en su despedida destaca el catafalco papal, una estructura majestuosa que durante siglos sostuvo los féretros de sus predecesores. Concebido como un túmulo elevado y ricamente adornado, el catafalco servía para dar un último homenaje de grandeza a los sumos pontífices en su paso hacia la eternidad.
Su uso, heredado de las costumbres funerarias italianas del siglo XV, se mantuvo como un gesto de solemnidad dentro de las exequias papales. Sin embargo, Francisco, fiel a su visión de una Iglesia más sencilla y menos apegada a las formas externas, prefirió prescindir de él en su propio funeral.
Esta decisión no fue improvisada. En noviembre pasado, el Papa impulsó una revisión profunda de los ritos funerarios mediante la publicación de la segunda edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el texto que regula estas ceremonias. A través de esta reforma, Francisco dejó asentado su deseo de eliminar los excesos protocolarios y acercar la despedida de un pontífice a la esencia humilde del Evangelio.
Las peticiones del Papa Francisco de cara a su funeral
El Papa Francisco dejó instrucciones muy precisas para que su funeral fuera un reflejo de la sencillez que marcó todo su pontificado. Entre sus peticiones, renunció al uso del catafalco —la estructura elevada y decorada donde solían reposar los pontífices—, pidió ser enterrado en un único ataúd de madera recubierto de zinc, y solicitó que no se hicieran referencias a su título de ‘Romano Pontífice’, prefiriendo ser recordado simplemente como “Obispo de Roma”.
Además, Francisco quiso descansar lejos de las grutas vaticanas, el lugar habitual de sepultura de los papas. Eligió como destino final la Basílica de Santa María la Mayor, un templo al que siempre tuvo un vínculo especial. Su tumba, según dejó escrito, debía ser austera, sin ornamentos, con la única inscripción de su nombre: Franciscus.
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