Comer sandía en verano: La ciencia desvela los beneficios detrás de comer esta fruta

Refrescante, ligera y nutritiva: así ayuda la sandía a tu cuerpo a sobrellevar el calor del verano.

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Por:

Adonis Martínez

Comer sandía
Los beneficios de comer sandía, según la ciencia. Fuente: Canva.

Hay sabores que saben a verano, y la sandía es uno de ellos. Con su pulpa jugosa, su color vibrante y ese toque dulce tan reconocible, esta fruta no solo conquista por el paladar, sino también por todo lo que aporta al cuerpo cuando más lo necesita.

Lo que la hace realmente especial en esta época del año es su capacidad para hidratar casi sin darte cuenta. Con un contenido de agua que roza el 95 %, es como beber salud a bocados. Y lo mejor es que apenas suma calorías, así que es perfecta para quienes buscan cuidarse sin renunciar al placer de algo fresco y natural.

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La sandía es una gran fuente de hidratación. Fuente: Canva

Pero no se trata solo de hidratarse. La sandía también nutre: es rica en potasio, esencial para el equilibrio de líquidos y la función muscular, y en vitamina A, que ayuda a mantener la piel y la vista en buen estado. En resumen, una fruta que refresca, alimenta y cuida. ¿Se le puede pedir más?

Por qué la sandía es tan buena en verano

    Cuando suben las temperaturas, el cuerpo no solo pide hidratación, sino también defensas extra frente al desgaste que provoca el calor. Y ahí es donde la sandía vuelve a brillar. Más allá de su sabor refrescante, esta fruta es una auténtica aliada contra el estrés oxidativo que se intensifica en los meses más cálidos.

Uno de sus tesoros ocultos es el licopeno, un potente antioxidante natural que ayuda a proteger nuestras células del envejecimiento prematuro. Su presencia en la sandía no solo aporta ese tono rojizo tan característico, sino que también puede contribuir a reducir riesgos asociados a enfermedades cardiovasculares o ciertos tipos de cáncer.

Sandía y melón.
Sandía y melón, frutas estrella del verano. Fuente: Istock.

Además, esta fruta contiene luteína, otro compuesto antioxidante que, aunque menos conocido, es clave para cuidar la salud visual, algo especialmente importante cuando pasamos más tiempo expuestos al sol. En conjunto, ambos actúan como un escudo natural frente a los radicales libres, ayudando al cuerpo a mantenerse fuerte, protegido… y bien fresco.

Eso sí, la sandía no es ideal para todos

Aunque la sandía es una fruta muy saludable, no todo vale. Su dulzor puede engañar y, si se consume en exceso o combinada con azúcares simples, puede elevar la carga glucémica, algo a tener en cuenta en casos de diabetes o desajustes de glucosa.

También conviene no abusar: en grandes cantidades puede causar molestias digestivas como hinchazón o gases, sobre todo si se toma muy fría o con el estómago sensible. Y por su contenido en potasio, quienes tienen problemas renales deberían consultarlo antes con su médico.

Aun así, sigue siendo una de las frutas más completas del verano. Fresca, ligera y llena de beneficios, cuidarse con sandía es tan natural como sabroso.

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