Las 4 especies animales radioactivas que conviven con nosotros

Estos animales son radioactivos, pero, ¿Es un problema que estén entre nosotros?

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Por:

Adonis Martínez

20 de mayo de 2024, 10:33 a.m.

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Jabalí de Baviera.
Jabalí de Baviera. Fuente: @BondzuCubs en X.

En el mundo moderno, la huella de la actividad humana es profunda y a menudo perdurable, especialmente cuando se trata del uso de tecnologías y energías que involucran radiación. Las pruebas nucleares, accidentes en plantas de energía nuclear, y la disposición de desechos radiactivos han dejado una marca indeleble en el medio ambiente, afectando no solo los ecosistemas terrestres sino también la vida marina.

Entre las consecuencias menos visibles, pero igualmente significativas, de esta contaminación radiactiva está la transformación de ciertas especies animales en seres radioactivos que conviven con nosotros. Estos animales, marcados por la radiación en sus hábitats naturales, cuentan la historia de un legado nuclear que sigue influyendo en la biodiversidad global. A continuación, exploraremos cuatro especies animales que han sido especialmente afectadas por la radiación, revelando cómo sus vidas y ecosistemas se han entrelazado con la historia humana de la energía nuclear.

4 animales radioactivos que viven en nuestro planeta

Las tortugas de atolón de Enewetak

Tortuga marina del atolón Enewetak
Una tortuga marina del atolón Enewetak. Fuente: Istock.

Las tortugas marinas del atolón de Enewetak en el Pacífico se han visto involucradas en una historia inesperada y sombría, marcada por el legado nuclear humano. Este atolón, un oasis verde rodeado de aguas frías ideales para las tortugas, fue escenario de pruebas nucleares realizadas por Estados Unidos entre 1948 y 1958, donde se detonaron 43 armas nucleares. Los residuos radiactivos de estas pruebas fueron posteriormente enterrados en una tumba de hormigón que, con el paso del tiempo, ha comenzado a filtrar sustancias radiactivas.

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La interacción entre estas tortugas y la radiación comenzó inadvertidamente cuando los residuos radiactivos enterrados empezaron a afectar el entorno natural del atolón. Los científicos han descubierto recientemente que la radiactividad ha impregnado los caparazones de las tortugas marinas que habitan en las cercanías, convirtiéndolas en testigos involuntarios de la contaminación nuclear. Este fenómeno no es único del atolón de Enewetak, pero su estudio proporciona una ventana clara al impacto a largo plazo de la radiactividad en los ecosistemas marinos.

El proceso de limpieza que comenzó en 1977 intentó mitigar el daño, pero alteró los sedimentos contaminados en la laguna del atolón. Los científicos creen que estos sedimentos alterados fueron ingeridos por las tortugas, o afectaron las algas de las que se alimentan, integrando así la radiactividad en la cadena alimenticia. Las capas de los caparazones de las tortugas, que acumulan trazas de radiación, funcionan como un registro histórico que permite a los investigadores medir y entender la extensión de la contaminación.

Los renos de Noruega

Los efectos del desastre de Chernóbil aún se sienten en Europa, con la lluvia radioactiva dispersándose a través del continente y dejando un legado persistente de contaminación. Noruega, en particular, experimentó una caída significativa de esta lluvia radiactiva en forma de precipitaciones que impactaron de manera irregular debido a la variabilidad climática.

En Noruega, la lluvia radiactiva fue absorbida principalmente por setas y líquenes, que son particularmente vulnerables debido a su falta de sistema radicular, obteniendo sus nutrientes directamente del aire. Los renos, que se alimentan de estos líquenes y setas, mostraron inicialmente niveles extremadamente altos de radiactividad en su carne. Sin embargo, con el tiempo, y debido al pastoreo, la mayor parte del liquen contaminado ha sido eliminado, reduciendo los niveles de radiactividad en los renos a estándares seguros la mayoría del tiempo. No obstante, en años donde hay un crecimiento abundante de hongos silvestres, aún se pueden detectar picos de radiactividad en la carne de reno. Esto evidencia que las sustancias radiactivas de Chernóbil continúan transfiriéndose del suelo a la cadena alimentaria.

Macacos de Japón

En Japón, los macacos cara roja también han sido gravemente afectados por la contaminación radiactiva, especialmente tras el desastre nuclear de Fukushima Daiichi en 2011. La investigación reveló que la concentración de cesio radiactivo en estos monos alcanzó niveles de hasta 13,500 becquerelios por kilogramo. Estos altos niveles se encontraron principalmente en las muestras de tejido de las patas traseras de los macacos.

La ingesta de cesio se atribuye a su dieta, que incluye brotes y corteza de árboles locales, así como setas y brotes de bambú, que son conocidos por absorber cesio del suelo. Aunque las concentraciones de cesio han disminuido en la última década, los estudios sugieren que los monos nacidos después del accidente nuclear podrían haber experimentado retrasos en el crecimiento y tener cabezas más pequeñas como consecuencia de la exposición a la radiactividad.

Los jabalíes de Baviera

Jabalí de Baviera.
Jabalí de Baviera. Fuente: Nationall Geographic.

Las pruebas de armamento contribuyen significativamente a la dispersión de contaminación radiactiva al liberar grandes cantidades de polvo y ceniza radiactivos, conocidos como lluvia radiactiva, en la atmósfera superior. Esta lluvia puede viajar alrededor del mundo y depositarse en lugares remotos, como en los bosques de Baviera.

Un ejemplo claro se encuentra en los bosques de Baviera, donde algunos jabalíes presentan ocasionalmente niveles sorprendentemente altos de radiación. Durante años, se pensó que esta contaminación provenía de la fusión nuclear de Chernóbil en 1986. Sin embargo, investigaciones recientes han revelado que hasta un 68% de la radiactividad en estos jabalíes bávaros proviene de pruebas nucleares globales, desde Siberia hasta el Pacífico.

¿Son los animales radioactivos peligrosos para el ser humano?

Los estudios sobre animales radiactivos han concluido que es muy improbable que la radiación contenida en estos seres represente una amenaza para los humanos. Esta conclusión varía dependiendo del animal y su interacción con los humanos:

  • Macacos de Fukushima: No son consumidos por humanos, lo que elimina cualquier riesgo de transmisión radiactiva a través de la cadena alimentaria.
  • Tortugas marinas: Contienen niveles de radiación tan bajos que se consideran inofensivos para la salud humana.
  • Jabalíes de Baviera y renos noruegos:
    Estos animales sí son parte de la dieta en sus respectivas regiones, por lo que están sujetos a controles rigurosos. Los estudios aseguran que cualquier carne que exceda los límites seguros de radiación es descartada antes de llegar a los consumidores.
    Las regulaciones sobre radiactividad en la carne son estrictas y están diseñadas para proteger la salud pública.

Los resultados de estos estudios indican que la radiación puede permanecer en los ecosistemas durante largo tiempo y afectar a las especies que los habitan.

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