Esto pasa si comes 300 gramos de pollo cada semana, según estudios

Un estudio internacional ha revelado datos increíbles sobre este concepto, por eso te lo cuento.

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Por:

Adonis Martínez

Comer pollo
Esto pasa si comes 300 gramos de pollo a la semana. Fuente: Pexels.

Durante años, el pollo se ha consolidado como una de las carnes más populares en todo el mundo. Su bajo precio, la facilidad para cocinarlo y su papel en infinidad de recetas lo han convertido en un fijo en la dieta de millones de personas. Frente a opciones como la ternera, el cerdo o el pescado, siempre se ha percibido como una alternativa práctica y, en teoría, saludable.

Sin embargo, un reciente estudio ha encendido las alarmas. Investigadores italianos del centro Saverio de Bellis, especializados en gastroenterología, han analizado los hábitos alimenticios de casi 5.000 personas para conocer el impacto real de esta carne en la salud.

Carnicero cortando pollo
Foto: Producción La Península ES / Canvapro.

El trabajo, publicado en la revista Nutrients, revela que aquellos que consumían más de 300 gramos de pollo a la semana presentaban un riesgo considerablemente mayor de fallecer por cáncer colorrectal.

Unos datos para tener en cuenta en nuestra salud

    Los resultados son preocupantes. El riesgo se incrementaba en un 127% de media, siendo aún más elevado entre los hombres, donde alcanzaba un 161%. Aunque aún es pronto para sacar conclusiones definitivas, el estudio reabre el debate sobre si el pollo es tan inofensivo como siempre se ha creído.

Los investigadores dejaron claro que el riesgo vinculado al consumo elevado de pollo no entiende de géneros. Tanto hombres como mujeres mostraron asociaciones entre ingerir más de 300 gramos semanales y un aumento en la incidencia de enfermedades cardiovasculares y cáncer colorrectal. Incluso comparado con otras carnes como la roja, el pollo no se mostró completamente inocuo.

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El pollo es un alimento rico en propiedades y vitaminas. Fuente: Canva

Más preocupante aún fue otro hallazgo clave: quienes superaban esa cantidad de consumo no solo tenían más probabilidades de sufrir enfermedades concretas, sino que también registraban un 27% más de riesgo de morir por cualquier causa. En contraste, las dietas bajas en carne seguían posicionándose como la opción más favorable para la salud global.

Entonces, ¿Hay que dejar de comer pollo?

El pollo sigue siendo una buena fuente de proteínas magras y nutrientes esenciales como fósforo, selenio y vitaminas del grupo B. Su bajo contenido en grasas, sobre todo sin piel, lo mantiene como una opción válida en dietas equilibradas. Sin embargo, el problema surge cuando su consumo se dispara.

Los expertos insisten en que la moderación es la clave. Incluir pollo en el menú varias veces por semana es razonable, siempre que se combine con verduras, legumbres, cereales integrales y frutas. El estudio no demoniza este alimento, pero sí advierte de los riesgos de centrar la dieta en un solo tipo de carne.

Por eso, diversificar las fuentes de proteínas es fundamental. Alternar con huevos, pescado, legumbres o tofu no solo mejora la calidad de la dieta, sino que sigue las bases de patrones saludables como la dieta mediterránea, que apuesta por el equilibrio sin excesos.

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